Los patronos del Movimiento son santos que guían nuestro camino espiritual para vivir mejor nuestro Bautismo y carisma propio del Movimiento. Acudimos a ellos por medio de la oración y del trabajo de sus enseñanzas.
No son elegidos propiamente tal, sino que a lo largo del camino que ha recorrido el MAM han ido saliendo al encuentro distintos santos que nos iluminan y guían de distintas maneras nuestro camino de fe.
¿Cuál debería ser nuestra relación con los patronos?
El contacto permanente con ellos por medio de la oración es fundamental, pueden ser nuestros patronos de grupos de lectio, comunidades y grupos de trabajo, donde por medio de sus enseñanzas, escritos y Vidas nos iluminan en nuestro camino de fe.
Los patronos del MAM son seis:
Nos da testimonio y enseñanza de amor y amistad. Nos guía para descubrir en la lectio divina que, “en esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo” (1Jn 4, 10) permitiéndonos conocer así el abismo insondable de amor que es el corazón de Cristo. Aprendemos también a acoger a María como madre y a recurrir a ella como hijos (cf Jn 19, 25-27).
En él, los miembros del Movimiento renovamos nuestro celo por la comunión eclesial, pues nos enseña a ver a la Iglesia de Roma presidiendo al resto de las Iglesias en la caridad. A reconocer a Cristo en nuestro obispo diocesano. Aprendemos también a acercarnos a la Eucaristía dominical uniéndonos al obispo como cabeza y pastor de la Iglesia local.
Con su vida y su Regla encontramos un camino para vivir el Bautismo.
Maestro de la amistad espiritual a quien recurrir en busca de consejo y ayuda.
Es un modelo de amor y confianza en Dios para los miembros del Movimiento, nos enseña a no poner límites a la acción de Dios en nuestras vidas; “Dios es amor, y con razón pudo más la que amó más” (Diálogos II, 33, 5) con ella aprendemos lo poderosa que es la oración ferviente en todos los momentos de nuestra vida.
Para los miembros del Movimiento es un modelo para los distintos estados de vida (familiar y monástico), para el apostolado laical y en el amor a la iglesia diocesana. Fue esposa y madre de familia, cuya fidelidad a la Iglesia diocesana le mereció el nombre de “Romana”.