Marzo 4, 2024 Jovenes Manquehue

Misiones Chelenko

“Allí estoy en medio de ellos” (Mt 18, 20)

Se llevaron a cabo la segunda quincena de enero, en que se vivió una experiencia de encuentro con Cristo y vida comunitaria benedictina, tanto entre los misioneros como con las comunidades cristianas de Guadal y Mallín. Algunos hitos importantes fueron: la visita del obispo Luis Infanti, quien estuvo un día en cada lugar, celebrando bautizos, visitando a los enfermos a quienes dio la unción de los enfermos y la comunión. Los misioneros realizaron las catequesis a los papás de quienes recibieron el sacramento del bautismo, talleres con los niños, muy unidos y apoyados por los oblatos de la comunidad de San José. En Guadal pudieron compartir con la comunidad cristiana la tradicional fiesta de san Sebastián. Nos cuentan su experiencia dos de los misioneros:

Renata Fernández (B21): ”Durante las misiones experimenté el amor puro entre los misioneros de Guadal. Pese a lo distintos que éramos, nos unía el llamado de Cristo. Descubrí que al entregarme y superar el cansancio, mi agotamiento se disolvía. Aprendí mucho de la comunidad, cómo cada uno suma y me va anunciando manifestaciones de Dios. Reconocí que Jesús vive incluso en los malos días, recordándome que nunca es tarde para renovarme y llenarme del Espíritu Santo. Cada día es una oportunidad para conocer a Dios a través de signos, amistades y la sed de descubrir Su plan para mí: “Pero levántate, ponte en pie, me he aparecido a ti para constituirte servidor y testigo tanto de las cosas que de mi has visto como de las cosas que te manifestaré” (Hch 26, 16).

Daniel Vaccaro (ex alumno de San Luis de Alba): “Al contrario, cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros, recibiréis una fuerza que os hará ser mis testigos” (Hch 1, 8). Y Dios me hizo ser su testigo esos días en Guadal. Fue bautizarme en el General Carrera nuevamente, en su plenitud y en su eternidad. Me hizo ser testigo de la comunidad, porque nosotros no escogemos la comunidad, Dios se encarga de ello. Cristo me mostró su rostro en don Hermógenes Sobarzo, quien con un mate, un tabaco, un asado o solo una escucha, me hizo sentir profundamente acogido, en paz.  Cuando Monato el primer día dijo que el que se apura pierde el tiempo, entendí que Cristo tiene tiempo para todo, y que cuando Dios me da una vocación, sea cual sea, no es un problema, es un lugar de amor, como lo fue Guadal para mí”.

 

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