“En esta procesión dimos gracias por la historia vivida en estos 35 años, recordando a nuestro patrono san Lorenzo y vinculando su vida a la nuestra. Cada estación tenía un signo especial, preparado por los alumnos menores de nuestro colegio. En la primera estación celebramos la historia de nuestro colegio, en la segunda la presencia de Dios en nuestras vidas, en la tercera la vida comunitaria y en la cuarta estación celebramos nuestra vocación de educar evangelizando” (Informativo Nº 8 CSL) . Patrick Blumer, Decano CSL: “Les quiero contar el cuento de un tesoro escondido en un campo…Érase una vez, en la comuna de Recoleta hace un poco más de 35 años, un terreno semi-abandonado donde la gente solía dejar su basura. Entre barro, escombros y maleza, jugaban algunos niños, y los perros callejeros del barrio buscaban restos de comida. No era un lugar que fomentaba muchos sueños. Sin embargo, ese sitio en la calle Montana escondía un tesoro. No un tesoro de los cuentos de piratas, escondido bajo tierra, sino un tesoro en una parte mucho más sólida: en la mente de Dios. Era el tesoro que iba a ser el Colegio San Lorenzo, un tesoro que Dios iba a elevar no solo en ese sitio, sino, mucho más importante, en los corazones de cientos de alumnos, de sus familias, de sus profesores y tutores, de todos los que trabajan allí.
Déjenme contarles el cuento de otro tesoro, pero no de hace 35 años, sino hace 1.763 años, cuando en Roma, otro san Lorenzo – me refiero al hombre de ese nombre – también fue capaz de ver un tesoro escondido. Cuando el emperador le ordenó traerle los tesoros de la Iglesia, Lorenzo le presentó a los pobres y marginados de la ciudad, los “bienaventurados del Padre” por los cuales Cristo se entregó; y fue un acto que a Lorenzo le costó la vida.