Extracto de la Homilía de Despedida al padre Gabriel en la Eucaristía del sábado 24 de octubre, por el abad Benito Rodríguez OSB.
“…Y el P. Gabriel, a través de la Palabra de Dios, hizo verdaderamente una pesca abundante, milagrosa, sin que él mismo, quizás, tuviera realmente conciencia de ello… En primer lugar él mismo fue “pescado” por esa Palabra de Dios que lo cautivó y que supo cultivar y acrecentar con fidelidad durante su larga vida monástica… orándola a través de la lectio divina, y cantándola con su comunidad en el Oficio Divino… y, finalmente, comunicándola, porque la Palabra de Dios crece en nosotros en la medida que la anunciamos… “porque hay más alegría en dar que en recibir”.
Ayer fueron muchos quienes, espontáneamente, circularon por nuestro templo para orar y acompañar a la comunidad y al P. Gabriel, algunos emocionados y con lágrimas en los ojos… muchos de ellos(as) habían forjado con el P. Gabriel un estrecho vínculo de amistad, una amistad que se había nacido en torno a esa Palabra de Dios compartida a través de alguno de sus grupos de lectio divina… Y, precisamente, de uno de esos grupos de lectio divina, hace casi 40 años, es que el Señor fue haciendo una pesca tan milagrosa como sorprendente, y que hizo posible la fundación del Monasterio Benedictino de monjas de Rengo, varias de ella aquí presente junto a su abadesa, Madre Alejandra… De otra larga e intensa experiencia de lectio divina compartida con José Manuel Eguiguren, también hace más de 40 años, fue que el Señor dio origen a otra comunidad, la del Movimiento Apostólico Manquehue, y que es y ha sido, ya por varias décadas, una fuente de inspiración para muchos y de irradiación del evangelio a través del carisma benedictino”.