El 1 de julio cumplimos 30 años de historia de El Boletín, y queremos hacer memoria agradecida, esperanzada y alegre de nuestra historia, celebrar el paso de Dios por la vida de nuestra comunidad, de recordar Su presencia permanente en nuestras vidas y la historia de amor que ha realizado en cada uno de nosotros. No estamos llamados a recordar por recordar, si no en su real significado, “volver a pasar por el corazón” la acción potente del Señor en medio nuestro. “Volver a pasar por el corazón” una historia que se está escribiendo hoy y que se seguirá escribiendo porque Él permanece “con nosotros hasta el fin del mundo” (Mt 26, 20).
Es en El Boletín donde se ha plasmado el registro histórico de tantos testimonios de esta acción de Dios en la vida de nuestra comunidad y de los signos que la han acompañado. A través de sus editoriales nos hemos ido formando y compartiendo aspectos centrales de nuestra espiritualidad, dando a conocer los fundamentos de nuestro carisma y vocación. También nos hemos unido a la Iglesia escuchando la voz de nuestros pastores.
Con las noticias hemos ido creando vínculos entre quienes formamos esta comunidad, compartiendo la vida del Movimiento. Noticias que, miradas en perspectiva, han sido hechos fundantes de nuestra historia, como por ejemplo la fundación de una casa de mujeres, algunas de las cuales son hoy oblatas cenobitas; la partida de un grupo de jóvenes a Inglaterra por un verano y donde hoy hay una comunidad permanente; o el inicio de la primera Comunidad en San José, que tantos frutos está dando, por citar solo algunas.
Un Boletín que tuvo desde los inicios la misión de hacer comunidad, de compartir nuestro carisma, que comenzó modestamente un 1 de julio de 1991: en papel roneo, en blanco y negro, que se entregaba por mano y por correo a un grupo bastante reducido; más tarde por fax; hoy a color y a través del mail llega a muchas personas y a diferentes países.
Queremos seguir creciendo, tenemos muchos desafíos, todos encaminados a permitir que el Señor “lleve a término” (RB P, 4) la misión que nos ha entregado: formar en la espiritualidad del Movimiento y fortalecer los vínculos entre los miembros de la Comunidad.
¡Si, grandes cosas ha hecho por nosotros el Señor, y estamos alegres!” (Sal 126, 3).