Bajo este lema se realizó el sábado 11 de mayo el retiro de adultos. Nos cuentan algunos de sus participantes:
Soledad Rodríguez (DSB): “Gracias Señor por permitirme estar contigo en este retiro, ¡Tú me llamaste! Fue un regalo sentirme parte de Ti y sentir que me has ungido con Tu gracia, con este don maravilloso para poder ser testimonio. Compartir la vida, la buena nueva de que Tú resucitas conmigo. Sé y siento que Tú estás en mi corazón, me llena de alegría el saber que vamos juntos por este camino de piedra, agua y vida. Agradezco todo lo que me has dado, especialmente la fe de creer en Ti”.
Sandra Amaya (DSL): “Fue una instancia de liberar mis más ocultos sentimientos que estaban atrapados en el olvido y guardados celosamente en mi corazón. Con la pregunta; ¿Cómo Dios se ha manifestado en mi vida? Me di cuenta que Él ha sido mi salvación, mi apoyo, mi compañía, no me ha dejado nunca sola. Fue una bendición para cada uno de los que asistimos a este encuentro con Dios y con los otros”.
Ricardo Gutiérrez (DSA): “Bajo el lema, entre espacios de oración, convivencia, actividades en grupo, y reflexión individual me encontré con un gran regalo: un espacio tranquilo para encontrarme, a través de la Palabra, con Dios; un tiempo para detenerme, abrir la escucha a lo que Dios me quiere decir y también a compartir en comunidad. Un Dios que quiere salir a mi encuentro y que gratuitamente quiere lo mejor para mí, a no olvidarlo y tenerlo presente en todo momento ya que Él siempre quiere lo mejor para mí. Renové mi relación con Dios y entendí, que siempre es posible volver a empezar”.
Paz Gazmuri M. (B00): “Experiencia de oración y de encuentro con Cristo en su palabra. Él es amor, es verdad y es vida; y ver cómo actúa en todo, me llama a abrir el oído del corazón para volver a Él. Me invita a renovarme en la fe y confiar en ese plan perfecto, como la manifestación más grande de su amor por mí. “El que está en Cristo, es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es nuevo” 2Co 5,17.
Renata Harasic (DSA): “Esta vez sentí que no podía rechazar un regalo tan grande como éste. Fue un día maravilloso en el que pude detenerme a sentir y vivir el amor del Señor. Se dieron todas las instancias para profundizar en mi Fe y amor de Dios, y también para compartir con otros miembros del MAM en un entorno precioso, y con mucha alegría y acogida por parte de todos. Fue el verdadero regalo del día de la madre que mi corazón necesitaba”.