Se realizaron desde el verano de 2009 hasta 2014, en una primera edición, para luego continuar el verano de 2017 hasta este año, perpetuando la labor de dar a conocer la Palabra en pueblos de la Patagonia. Consuelo Ingunza (A15) nos comparte:
¿Cuál fue tu rol y participación?
He participado en las misiones del año 2019 como misionera y el año 2020 como organizadora, ha sido impresionante. Un semestre de mucho aprendizaje, de trabajo en equipo y amistad con la gente que también organizaba. De mucha oración y lectio, porque además trabajando en el CSA, participaba del horario de oración.
Como organizadora, me tocó ver los objetivos de las misiones, los programas para cada pueblo, las jornadas previas para la formación y vida comunitaria de los misioneros, estar en contacto con las personas de la DSJ y poder trabajar juntos. Supervisando, junto Alejandra Valle (B92) oblata, que todas las comisiones estuvieran funcionando y se pudiera llevar todo a cabo.
¿Cómo fue la preparación para esta Misión?
En noviembre del año pasado fuimos durante diez días a la DSJ, junto con la Ale Valle, visitamos cada uno de los pueblos y su comunidad cristiana, junto a la comunidad de San José, donde pudimos apreciar las necesidades que tenía cada pueblo y conocer su realidad y verlos físicamente.
¿Cómo se organizó la misión, qué lugares visitaron?
Estuvimos en cuatro pueblos; Bahia Murta, Puerto Tranquilo, Puerto Guadal y Mallín Grande.
Las misiones estaban enfocadas prioritariamente a las personas que habían participado de la Experiencia de cuatro meses en San José o de alguna misión.
¿Cómo se desarrolló la Misión Chelenko?
Se habla con el Obispo, y si él define que es necesario, se lleva a cabo, se llama a los misioneros para que lleguen a los pueblos a estar con ellos.
Hay muchas diferencias entre cada pueblo.
¿Cuáles son estas diferencias, entre los lugares?
Hay diferencias sí, pero hay una misión en común que es evangelizar.
Murta, por ejemplo, es un pueblo menos turístico, con hartos niños, se hace misión en el campo y en el pueblo. En Tranquilo, en cambio, es mucha misión a los turistas, hay talleres de niños y hay una Iglesia muy viva y participativa. En Guadal hay mucho que hacer con la comunidad cristiana y en el mismo pueblo, el taller de niños es muy vivo y participativo. Por otra parte en Mallín, es una misión enfocada en los campos, ya que por ser verano muchos suben en familia a sus campos, y salen de la Villa.
¿Cómo ha sido colaboración a la Iglesia local?
Ayudarnos a difundir y comunicar nuestro lema “Alégrate el Señor está contigo”, rezar por nosotros los misioneros y estar preparados para nuestra llegada. El Obispo hizo una misa de envío y otra de cierre de la misión.
¿Algo que quisieras destacar?
“Tuve el privilegio de ser testigo de los milagros y manifestaciones qué pasaron en cada pueblo y a cada misionero, fue una experiencia de muchas emociones, en amistad y oración.
Fue tanto lo que me llego la misión casa a casa que despertó algo en mí, que tenía que ser misionera toda mi vida ya que me hace muy feliz. El ser consciente de que salía de un monasterio, de San José, a otros monasterios (a cada pueblo) me emocionó, éramos todos partes de una comunidad y con la misma formación y amor a Dios”.