Desde marzo de este año, Patrick Blumer, oblato, tomó la misión y desafío de ser Decano en el Colegio San Lorenzo. Desde entonces y luego de un contexto difícil, con dos años de pandemia a cuestas, comparte cómo ha vivido este año en su nuevo rol.
¿Cómo ha sido la experiencia de ser Decano?
Mi vocación de oblato me ha hecho valorar lo que tenemos como comunidad, la cultura de la oración, la lectio, liturgia, el oficio. El tener como sentido de vida y misión que otros se acerquen a Dios, que encuentren estabilidad y conozcan la oración haciéndola parte de sus vidas, me permite valorar nuestro carisma, por lo que esta nueva responsabilidad como Decano me ayuda a estar atento y estar a disposición para servir a los demás. Llegar a un lugar nuevo (DSL) siendo parte de la nueva comunidad, me hace valorar el “estar juntos”, tan propio de nuestro carisma pero que el último tiempo ha sido tan difícil.
¿De qué manera se traspasa tu experiencia de haber estado diez años en pastoral en otros colegios para este nuevo rol?
José Antonio Navarro, oblato, me dio un consejo que ha sido clave para poder ejercer este cargo “sé tu mismo”, “no trates de interpretar ningún papel”. Hoy me siento como un aprendiz, se siente raro ser decano, llegar a un lugar nuevo donde no había trabajado antes desde un cargo de autoridad. Pero debo partir diciendo que solo ha sido posible, por la tremenda acogida de la comunidad, ha sido sobrecogedor la apertura de la comunidad y cómo me han abierto el espacio para permitirme aportar. Desde mi experiencia en pastoral y por mi profesión de educador he vuelto a esas raíces que me han permitido reencontrarme con lo académico, el poder trabajar con la Paty en gestión desde lo que he aprendido en este camino, ha sido una ayuda y un re descubrir mi vocación de profesor, en lo pastoral, esa experiencia vivida hoy me ayuda a tener visible un elemento, que es el regalo de servir.
¿Qué te ha dejado y ha marcado este año cumpliendo esta labor?
Primero, valorar el ser comunidad, lo frágil, a pesar de lo simple. Y lo que me deja en lo personal es que en mis experiencias de trabajo anterior siempre he estado centrado en organizar, ejecutar, planificando jornadas, retiros, liturgias, muy metido en los procesos, este año he tenido que cumplir nuevos desafíos, salir de esa zona “conocida” y aprender a soltar el control, y enfocarme en motivar y generar espacios para que otros quieran buscar a Dios. Ha sido, de aprendizaje; explorando nuevas áreas que hay en mí, recordando otros conocimientos (de profesor).
Luego de estos últimos años, que no han sido fáciles, hemos perdido mucho la esperanza, hay un ambiente de desanimo, por eso creo importante poder ayudar a las personas a levantar la mirada, a enfocarse en lo trascendente, más allá de lo práctico y caduco. Estamos rodeados de tantos mensajes que tantas veces nos abajan el espíritu, de mensajes desesperanzados que nos dejan sin iniciativa.
¿Qué te gustaría dejar plasmado este año 2021 para no olvidar?
Lo que más he aprendido este 2021, que me ha marcado mucho es que “todo aprendizaje pasa por personas”, esto quiere decir que todos importamos. Que cada uno pueda descubrirse amado y valorado por Dios y por otros; necesitamos sentirnos mirados y escuchados. Vivir “el carisma que hay en ti”, al ser comunidad aquí, en cada lugar que estemos, invitando a re-animar, a hacer y vivir la tutoría de manera visceral. Es un desafío el poder traspasar ese despertar, para fomentar la convicción de que todos estamos llamados a amar y ser amados, y que todos tenemos algo que entregar.