Noviembre 28, 2022 Noticias Rama Adultos

Rama Adultas DSB en San José

“YAHVÉ, MI BANDERA” (Ex 17, 16)

Entre los días 16 al 21 de noviembre y con este lema partieron doce mujeres de la Decanía San Benito al Puesto San Agustín en San José, para tener un encuentro con Cristo vivo en Su Palabra. Así, Macarena Ureta (B96), Paloma González (B98), Cecilia Toro, Vita Dussaillant, Mónica Donoso, Francisca Browne, Alejandra Browne, Marcela Andonaegui, Belén Ruiz Clavijo (B92) y Gracia Carvallo (B92),  acompañadas por Consuelo Verdugo (B95), oblata, y Magdalena Besa (B96), promesada y Jefa de Rama Adultos DSB, tuvieron la oportunidad de compartir estos días de encuentro con Cristo en Su Palabra, en la liturgia, la vida comunitaria, en el silencio y en la naturaleza.

Magdalena Besa comparte: “De a poco nos fuimos adentrando en el significado de que Dios es mi baluarte, mi protección. Fueron días de profunda oración con la Palabra, marcado por la Liturgia de las Horas y de un fuerte encuentro comunitario que se vivió durante cinco días de mucha alegría y paz. Experimentamos el profundo silencio dentro de casi un día y medio de oración personal; para encontrarnos con Cristo que habita en cada una de nosotras. Fuimos invitadas a celebrar el aniversario de la casa San Hilda, donde vivimos la amistad con la Decania San José y celebramos juntos con mucha emoción el paso de Dios a través de la acogida y amistad que todos nos trasmitieron. Días de intenso gozo en el Espíritu, en el trabajo y la oración personal”.

Macarena Ureta (B96): “La experiencia en San José fue un encuentro amoroso con Dios Padre, quien me abrazó como su hija amada y me habló a través del silencio, la oración y la vida comunitaria. Seis días de peregrinar hacia mi interior, de elegir creer, de contemplación y enorme gratitud”.

Alejandra Browne: “Jesús le dijo: “Te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso” (Lc 23, 43). Eso fue lo que vivimos doce mujeres en nuestro retiro en la casa San Agustín. Estuvimos en el paraíso, vivimos el paraíso, sentimos la presencia amorosa de Dios de forma permanente, el abrazo desde la cruz que da vida, nos regaló en las lágrimas la paz y nos llenó de risas de esperanza y luz. Gracias Señor, porque hemos alcanzado tu Gloria y nos prometes la Resurrección”.

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