El lunes 27, en una alegre y emotiva oración de Vísperas, 61 personas renovaron su promesa dentro del Movimiento Apostólico Manquehue y Tomás Gómez (B18) la realizó por primera vez.
Álvaro Gazmuri (B01), Comunidad San Juan: “Esta renovación de promesa ha sido distinta a años anteriores. No me ha salido tan fácil, humanamente veo incertidumbre, crisis y por lo mismo necesité de un mejor discernimiento. Entrando en oración, y en mi historia en Manquehue, he notado un llamado interior que me ha hecho Dios de seguir profundizando en mi vocación en Manquehue, con estas circunstancias que vivimos hoy, con esta comunidad en particular y en esta época determinada. El Señor se ha mantenido fiel y ha mantenido estable su llamado a mí en el camino de Manquehue. Tan así es, que a ratos yo mismo me he visto sorprendido por lo mismo. Aquí encuentro paz.
Algo fundamental en mi historia Manquehuina ha sido, junto con la oración y la comunidad, el acompañamiento espiritual. Muchas veces ha sido lo que me ha sostenido. La amistad, la escucha, la acogida, la misericordia, la paciencia y el amor son cosas que me invitan a perseverar y a tener claridad de que ésta es mi comunidad.
Hoy, 2023, pensar en renovar mi promesa me trae paz, profunda paz, porque creo que es donde Dios hoy me llama, y las circunstancias pueden ser más o menos favorables, pero lo que aprendí este año, particularmente, es que ése no es el punto. El punto es ¿dónde me llama Dios a servirlo? En Manquehue he aprendido a confiar en Dios, y se ha hecho carne el Amor de un Dios que me conoce, que provee y que teje día a día un camino particular para mí y mi familia.
Termino con estos dos versículos que representan bastante bien el llamado que tengo hoy: “Endereza tu corazón, mantente firme, y no te angusties en tiempo de adversidad, pégate a Él, no te separes (…) Fijaos en las generaciones antiguas y ved: ¿Quién confió en el Señor y quedó defraudado? ¿Quién perseveró en su temor y fue abandonado?” (Si. 2, 2.10). Y también “Señor, ¿a quién vamos a ir? Tú tienes Palabras de vida eterna” (Jn. 6,68)”.
Alejandro Greene (B00) Comunidad San Juan: “Luego de un proceso de discernimiento serio, decidí renovar mi promesa, y a pesar de que tenía dudas, tomé la decisión más en fe que en visión. Ya llevo alrededor de 13 años siendo promesado, y siento que lo más importante que tengo que hacer es afirmarme a mi vocación, la cual hoy se manifiesta dentro del carisma del Movimiento. Fue emocionante ver a todos en la renovación de sus promesas, ya que somos una gran comunidad de gente diversa, con historias, edades, personalidades o intereses distintos, pero recorriendo el mismo camino de búsqueda de Dios”.
Alejandra Ossa, Comunidad Santa Francisca Romana, San Benito: “Yo no sabía que existía una manera de profundizar la fe como se hace en la lectio, hasta que conocí el Movimiento. Aunque si uno lo piensa, es la más simple y concreta: leer, semana a semana, las lecturas que la Iglesia nos va ofreciendo. Por si fuera poco, la comunidad del Movimiento me dio otro regalo: mostrarme que las lecturas no sólo “enseñan doctrina” sino que, además, tienen palabras para mí. Con el tiempo, la lectio me fue mostrando a Dios en lo que me iba pasando, y me fue enseñando a vivir la esperanza, y a vivir el día con alegría. El proceso de renovación me encantó, porque las lecturas y oraciones me obligaron a parar, a reflexionar sobre lo que es importante y a reencantarme con esta manera de vivir la fe”.
Ricardo Edwards, Comunidad San Carlos Borromeo, San Benito: “Desde mi incorporación al Movimiento, hace muchos años, mi incipiente Vida Espiritual tomó un camino y tuvo un sentido. A partir de mi primera promesa en diciembre de 2007, la lectio semanal y la oración fueron forjando en mí una valorización cada vez más importante y primordial a mi vida espiritual. En efecto, comencé a tomar conciencia de que esta vida terrenal es pasajera y no obstante los logros personales o bienes que se puedan lograr en ella, lo importante y lo esencial para lo que hemos sido creados, es para alcanzar la Vida verdadera, la Vida Eterna. El sentido de renovar mis promesas no es otro que el mantener un cable a tierra, de modo de no dejarme seducir por los logros y riquezas mundanas que no me van a dar ni la paz, tranquilidad ni la felicidad. Producto de los años también, la vida y la lectura constante de la Palabra de Dios me han enseñado a valorar más a la persona que a las cosas, que es la valorización más de lo espiritual sobre lo material. Manteniéndome firme a mi Promesa, creo que estoy poniendo a Dios primero en mi vida y dándole gracias por todo lo que soy, que es solo mérito de Él, ya que antes de ser concebido ya me tenía pensado. Es tiempo de que yo lo piense a Él como lo primero y el propósito de mi existencia, lo que creo puedo conseguir a través del fortalecimiento de mi vida espiritual”.
Carolina Rojas, Comunidad Santa María de Betania, San Lorenzo: “Después de un largo y enriquecedor proceso de discernimiento personal y comunitario, el lunes 27 de noviembre, junto a otras personas de las diferentes comunidades manquehuinas renové por tercera vez mi Promesa. Desde muy joven he sido bendecida por este encuentro con el Señor, encuentro que me ha cambiado la vida, que me ha regalado, entre otras muchas cosas, la posibilidad de abrirme al plan de Dios, abrazándolo a veces con dolor, sin cuestionarlo, con la certeza de que su plan es siempre mejor que el mío: “los caminos del Señor no son mis caminos, sus planes, no son mis planes (Is 55, 8), y que de alguna manera misteriosa se me irá develando, abriendo a mis ojos. Mi promesa, y específicamente mis comunidades de promesadas, me han permitido vivir este encuentro en profundidad. Compartir con ellas la Palabra y la vida, abrirme al encuentro que otros y otras van teniendo con el Señor, despertar a su presencia en mi vida y en la de los otros, reconocer cómo, en medio de las debilidades, dificultades, pecados, equivocaciones, el Señor se manifiesta y permite que “personas ordinarias logren vivir de un modo extraordinario” han dejado una huella profunda en mi vida y en mi vocación. Estoy lejos de haber logrado vivir de ese modo extraordinario, pero estoy segura que sin mi comunidad y sin mi promesa me sería imposible.
Renovar mi promesa es una pequeña respuesta al gran amor que el Señor me ha manifestado, todos los días y a cada momento y le pido que me ayude a vivir siempre con un corazón agradecido, por su presencia en mi vida y por todo lo que me ha regalado”.
Magdalena Errázuriz, Comunidad Santa Rita, San Lorenzo: “No es fácil para mí este paso, hay mucha incertidumbre, pero estoy enfrentada, como seguramente han estado muchos (sin claridad), a una invitación a discernir qué quiero hacer para avanzar en mi búsqueda del Señor. Quiero encontrar a Dios en lo sencillo, acoger la pequeñez que me ofrece en lo cotidiano para adorarlo. Yo quiero seguir con mis pequeños encuentros cotidianos, a veces repetitivos, en busca de Dios. No quiero que nada me aleje. Por eso sí me gustaría prometerle al Señor Estabilidad, Obediencia y Conversión de Costumbres. Tengo claro que, mientras el Movimiento me lleve por este camino, yo voy a permanecer en él. Para mí es un regalo el carisma laico, eclesial y benedictino, por eso quiero ser parte de la Comunidad como promesada”.
Consuelo Pizarro , Comunidad San José, San Anselmo: “La renovación de mi promesa fue el término de un proceso de discernimiento profundo y enriquecedor, fue una real renovación en mi vocación. El momento mismo de la Liturgia fue un signo de amor de Dios muy grande, en donde me sentí muy feliz de poder entregarme a Jesús y decirle que sí. Además, me sentí muy acogida por una comunidad que quiero mucho y en la que caminamos juntos hacia el encuentro con Jesucristo, nos apoyamos mutuamente para perseverar en la oración, escuchar a Dios y hacer su voluntad, porque queremos que Él reine en nuestras vidas. Ahora, viene un nuevo comienzo, donde espero vivir lo más fielmente posible el carisma que se nos ha regalado, porque he podido experimentar lo feliz que me hace”.
Macarena Santa María, Comunidad Santa Matilde, San Anselmo: “Participé por primera vez en una ceremonia grupal de renovacion de la promesa. Me sentí feliz al darme cuenta que pertenezco a un gran grupo de hombres y mujeres, que tenemos en común la alegría de pertenecer al Movimiento Apostólico Manquehue y que, con la renovación de la promesa, seguimos avanzando en este camino de fe”.
María Eugenia Valdés, Comunidad Madre Teresa de Calcuta, San Anselmo: “En este tiempo el Señor me llama a “velar sin miedo”, a confiar en su proyecto, a no quedarme dormida en la espera porque el llamado es a avanzar. Muchas veces cuesta porque la flaqueza de mi humanidad es muy tentadora y es entonces dónde me afirmo de mi Promesa, porque en esta Promesa siento fuertemente el amor de Dios que también me promete no separarse de mí. Puedo sentir, sin dudar, cómo Él también se compromete a acompañarme a través de una gran comunidad que está en la misma que yo, buscando llenar su corazón con la Palabra y la vida de Jesús, con su ejemplo y su misericordia. Es maravilloso sentir que no estoy sola en este camino. En la ceremonia de Renovación de Promesa pude sentir el enorme regalo que Dios ha puesto en mi vida, esta comunidad MAM que me apuntala y anima a no claudicar, a perseverar, a adentrarme cada vez más en el corazón de Cristo, una comunidad que me ha ayudado a ver que Dios no falla nunca. No puedo más que agradecer la bendición de ser parte de este grupo de personas que, con la intercesión infinita del Espíritu Santo, me ha hecho descubrir la paz, la confianza y la verdadera libertad que da estar cerca y consciente del amor de Dios.