Junio 24, 2024 Noticias

Retiro de Promesados

“NO TE ASOMBRES DE QUE TE HAYA DICHO QUE TIENES QUE NACER DE NUEVO”
(Jn 3, 7)

La intensa lluvia no impidió que, en torno a este lema, entre los días 13 y 15 de junio se llevara a cabo en el Centro de Espiritualidad Loyola, en Padre Hurtado, el Retiro 2024 de las comunidades de Promesados del Movimiento. Buscando Renovar la vivencia de la promesa por medio de la vida regular manquehuina para dejar que el Reino, que ya está en nosotros por nuestro Bautismo, se despliegue con toda su fuerza y energía para vivir la vida en el Espíritu y compartir la misión.

Compartimos algunos testimonios de lo que fueron estos días de retiro.


DE LA COMUNIDAD DE SAN BENITO

María Angélica O´Ryan : “A mí me llegaron distintas partes del retiro, comparto dos: Gracias Señor por encontrarme con tu grandeza en la naturaleza, el sábado el sol brilló fuerte, por la lluvia del día anterior todos los árboles estaban limpios, los troncos oscuros y la tierra mojada regalaba su olor, todo cantaba igual de fuerte que el salmo ¡Qué grande es el Señor! Me iluminó mucho la charla de José Antonio Navarro sobre la conversión de costumbres, no solo por el contenido sino también por la forma, tranquila, pausada. Sentí que era un amigo que con toda humildad y confianza me hablaba como si estuviéramos sentados en el living o conversando en la sobremesa”.

Consuelo Rodríguez: “El viento se calmó y sobrevino una gran bonanza” (Mc 4, 39b-40), me resulta casi imposible poder describir en palabras lo que significó este retiro. Llegar después de recorrer alrededor de 220 km bajo una lluvia intensa, donde cada kilómetro se hacía más difícil, me repetía una y otra vez “Vuélvete Yahvé , restablece mi vida, ponme a salvo por tu misericordia” (Sal 6, 5). Y llegué sana y salva, donde fui recibida por muchos abrazos, cariño y una acogida gigante… ya se sentía la presencia de Dios. Reencontrarme con la comunidad Manquehue fue otro gran regalo del amor de Cristo Resucitado. Y ahí comenzó el camino que me tenía preparado el Señor: “No te asombres de que te haya dicho que tienes que nacer de nuevo”(Jn, 3, 7). Poco a poco el Espíritu Santo fue soplando y se fue rellenando mi corazón del amor de Dios. Me fui volviendo hacia Dios para iniciar una nueva vida, me fui dando cuenta que tenía que volver mi vista hacia Él desde donde me encontrara, inclinando el oído de mi corazón. Comprendí que soy una idea de Dios, soy su hija, amada, querida y regaloneada. Comprendí lo fundamental y esencial que debe ser mi búsqueda de Dios… por eso hago lectio, pertenezco a una comunidad, necesito los sacramentos, participo de la Liturgia de las Horas porque quiero encontrarme con Dios y quiero alimentar mi búsqueda, de lo contrario es letra muerta. No debe ser una obligación sino debe ser una ayuda. Yo tengo que querer, tengo que necesitar. Comprendí y experimenté lo que es volver al claustro interior. Viví la contemplación donde pude vaciarme y volver a convertirme. Al hacer oración profunda pude dejar de lado mi voluntad, mi memoria y mi inteligencia, pude borrar lo que me rodeaba y experimentar fuertemente la presencia de Dios. “El viento se calmó y sobrevino una gran bonanza” y comprendí que: dejarte es morir, seguirte es amar, verte es poseerte. Volví con mi corazón lleno de amor, muy feliz y agradecida de todo lo vivido y lo compartido con esta gran comunidad benedictina de Manquehue”.

Carlos Aguirre: “El retiro en casa Loyola fue un reencuentro muy necesario a pesar de la lluvia y del frio, razones para haber dudado, pero primó el deseo de vernos y escucharnos en torno a la Palabra del Señor. La numerosa participación de oblatos y promesados dio realce a este encuentro.

Las diferentes exposiciones fueron muy enriquecedoras y ejemplificadoras para mi vida de promesado, quedan para la reflexión muchas palabras y frases para trabajar y aplicar, como las siguientes: conversión personal (DRD 183), metanoia, Cristo vive en mí, alegría, dejar morir el hombre viejo y dejar crecer el hombre nuevo, pregúntale a tu corazón, lectura asidua de la Palabra de Dios, quiero estar con Cristo, quiero vivir con Cristo, siete lecturas, oración en silencio, dar testimonio, la tutoría es un sello de misión, llevando la Palabra a otros, vivamos alegres en medio de las tribulaciones del mundo.”.

 

DE LA COMUNIDAD DE SAN LORENZO

Pilar Rogat: “Me ayudó mucho para volver a darme cuenta de la importancia fundamental de tener tiempos de silencio y darme espacios que me permitan escuchar a Dios. Que el nuevo nacimiento, lema del retiro, es fruto del Espíritu y que la única forma de escucharlo, es a través de Su palabra que es Espíritu y vida. Que es necesario el trabajo de luchar contra la instalación, para ir logrando una conversión de costumbres, y así ir botando todo aquello que se ha convertido en dios en mi vida, sin serlo, y de esa manera, intentar vivir la historia que tiene Dios conmigo, como también darme cuenta de lo fundamental que es tener la confianza y la certeza de que Dios está siempre presente, aunque no pueda verlo ni entenderlo. Y por último quisiera destacar la alegría de volver a reunirnos en torno a Aquel que nos convoca, compartiendo dos días de intenso trabajo como también espacios de mucha alegría y conversación”.

 

DE LA COMUNIDAD DE SAN ANSELMO

Claudia Quinteros: “Contra viento y marea partimos al retiro de promesados, que para mí era una primicia. En un lugar lindo, pude reencontrarme y tener el gusto de conocer a muchas personas. El ambiente de silencio y oración, que sólo cambió para la alegre convivencia, las liturgias, las comidas y todas las actividades, tuvieron un fuerte sello benedictino, haciendo evidente nuestro carisma y poniendo nuestra mirada en el Reino de Dios que claramente estuvo entre nosotros. Las charlas y motivaciones fueron para mi anuncio, renovación y ánimo para vivir mi promesa cada vez más comprometida e integral en mi día a día. Muy agradecida de los ecos, de la Palabra, de los momentos de oración y de cada persona con la que pude compartir en este retiro, y sobre todo de Dios, que me invita a nacer de nuevo en instancias como ésta”.

Consuelo Pizarro (B94): “Fue un tiempo maravilloso de silencio y oración, en donde volví a hacerme consciente de mi inmensa necesidad de la fuerza del Espíritu Santo para que me haga nacer de nuevo cada día. Renacer implica una constante conversión para que la vida de Cristo aparezca en mí y en todos los que me rodean. Para eso, la comunidad es un apoyo indispensable, que me ordena, me ayuda a abrir espacios en mi día a día para poder permanecer en Cristo, en su amor, y así poder caminar hacia el encuentro de mi Padre, en este camino de aprendizaje, en donde espero vivir el amor al estilo de Cristo. Todo esto pude experimentarlo en estos tres días gracias a la lectio comunitaria y personal, a la Liturgia de las Horas, la Eucaristía, la amistad espiritual y la alegría de estar juntos”.

Cristian Duch: “Todo el retiro fue bien impresionante para mí, desde la llegada, con una gran tormenta. Pero en su gran sabiduría, Patrick nos escribió esta lectura “cayo la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y embistieron contra aquella casa, pero no se derrumbó, porque estaba cimentada sobre roca” (Mt 7, 2), para motivarnos y no quedarnos en casa.

Al llegar, me alegré mucho de encontrarme con tantos amigos y gente querida. Todos los oficios, charlas, lectios y comidas se hicieron en un ambiente muy tranquilo y ameno. Me quedé con dos cosas. Este versículo: “Él nos salva, no por las obras de justicia que hubiésemos hecho nosotros, sino por su misericordia” (Tt 3, 5 ), Y creer que no todo está bien en mi vida, sino que está perfecta”.

 

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