Una de las principales actividades agrícolas de la región es la crianza de ovejas, y aunque si bien es cierto que los rebaños se han reducido, muchos pobladores continúan trabajando con ellas, con el fin de comercializar su lana y su carne. Para los ovejeros, la esquila constituye la faena principal, puesto que en ella cortan la lana de las ovejas, para luego venderla. En general, la esquila se realiza en los meses de verano, aunque cada ovejero define cuando es el mejor momento; hay quienes la hacen justo antes del nacimiento de los corderos para que así puedan mamar con más facilidad; hay otros en cambio que esperan a que pasen las heladas. Pero en general, noviembre, diciembre y enero son los meses predilectos.
Antiguamente, las grandes estancias requerían de un gran número de trabajadores para llevar a cabo esta faena. Como era un trabajo que se realiza una sola vez al año, los patrones contrataban una comparsa, la que se trasladaba por los diferentes campos esquilando a los rebaños, según los iban contratando. Leonel Galindo, profesor que se ha dedicado a la investigación del folclor de Aysén, explica que:
Al grupo de personas que participa en esta faena estival se le denomina comparsa, que está comandada por un capataz que efectúa el trato con el patrón.
Entre los operarios de la comparsa destacan los siguientes:
Actualmente, dado que los rebaños son más pequeños, son los mismos dueños quienes realizan este trabajo, ayudados en general por amigos y familiares. A pesar de que ya no es la misma faena que antes, en términos de número de trabajadores y envergadura del trabajo, la esquila continúa siendo una instancia de reunión importante, donde los vecinos comparten, se ayudan y demuestran, una vez más, la solidaridad, generosidad y compañerismo tan característico de la gente de esta región. Como siempre, la faena termina con asado al palo, celebrando el trabajo realizado y la oportunidad de reunirse.
Esquilando
“Y ya no más se dispuso
la comparsa pa’ salir
porque a los campos hay que ir
para hacerles la faena
los hombres de manos buenas
dispuestos a trabajar
ya se juntaron de nuevo
para salir a esquilar.
El capataz se preocupa
de rejuntar a la gente
como p’al diez de diciembre
ya comienza la función
por ahí se siente el camión
que viene alzando a los viejos
y ya con las pilchas listas
mañana nos vamos lejos.
A la llegada no más
se sabe lo que hay que hacer
los cueros hay que tender
porque se duerme en galpón
y después en el fogón
tomando mate y charlando
ahí no más se va dorando
un asado de capón
El primer día es relajado,
el segundo ya es más fiero
duro hay que pone el cuero
porque la faena es brava
se te aflojarán las tabas
del dolor de la cintura
pero cien latas seguras
es mejor que no hacer nada.
Para meterse a una esquila
hay que ser bien corajudo
hay que ser del cuero duro
seguro y aguantador
pasar bañado en sudor
es un trabajo que mata
pero al final, buena plata
va a hacerse el esquilador[2].
[1] Galindo Oyarzo, Leonel. Aisén y su folclor. Fono de las Artes y la Cultura, Coyhaique, 2004. P. 147
[2] Extracto de “Esquilando”, Carlos Bello Duran, El Malebo. En Galindo Oyarzo, Leonel. Aisén, Voces y Costumbres. Orígenes, Santiago de Chile, 2001. P. 47