Puerto Cristal para mucho es considerado el “Humberstone” o el “Sewell” de la Patagonia. Aunque hoy está abandonado, aun se puede reconocer el esplendor de un pueblo que años atrás llegó a albergar a más de 1500 personas, convirtiéndose en uno de las localidades pioneras en el desarrollo de la Región de Aysén.
Se encuentra en la costa norte del Lago General Carrera entre Puerto Ibáñez y Puerto Sánchez, en la orilla opuesta al “Paso de las llaves” de la Carretera Austral. Aunque se puede llegar por tierra atravesando los cerros -como lo hicieron los primeros pobladores que demoraron días en entrar abriéndose camino con la ayudad de machetes para llegar a su destino- su acceso es casi imposible, lo que hace que el ingreso al lugar se haga exclusivamente a través del Lago, en lanchas o barcaza, sólo cuando el clima lo permite y el viento es favorable.
Hoy, Cristal es un pueblo fantasma que conserva varias estructuras de piedra y madera en pie: Iglesias, edificios, plazas, casas, retén de carabineros, cuartel de bomberos, pulpería, cementerio, posta y escuela, son los vestigios de un pueblo que llegó en los años sesenta a ser uno de los tres poblados con mayor cantidad de habitantes de la Región. En los años de funcionamiento de la mina fue comparado con California, por sus riquezas mineras, lo que atrajo a muchos trabajadores, entre ellos hombres talentosos y esforzados que provenían de Chiloé.
Actualmente no hay señal de celular ni de internet, pero años atrás tenía un moderno sistema de electricidad mediante generadores que utilizaban el agua de los ríos que bajaba de los cerros y que entregaba energía gratuita a los habitantes del lugar. La mayoría eran mineros, los demás eran sus familias (aunque casi todos eran solteros) o personas que trabajaban para dar servicios a los mismos mineros. Tenía estaciones de Radio y televisión de la red Madipro (Madre de la Divina Providencia) instaladas por el Padre Antonio Ronchi.
Su origen se remonta al momento en que Saturnino Inallao junto a su mujer y sus 4 hijos llegaron en la década de los 30 desde Puerto Ibáñez a poblar un lugar conocido como los Caracuces. Allí su hija Guillermina encontró -mientras arriaba caballos junto a uno de sus hermanos- una piedra de colores que llamó su atención. Esa fue la génesis de lo que pronto se convertiría en una gran mina de plomo y zinc. Inallao, con la ayuda de un vecino contactó a José Antolín Silva Ormeño fundador de Balmaceda y uno de los líderes de la Guerra de Chile Chico. Silva Ormeño viaja a Europa a estudiar el mineral e inscribe la mina a su nombre.
La “Mina Silva”, como la llamaban, fue explotada durante 4 décadas, hasta que la disminución en el precio del material llevó a que la propiedad fuera traspasada a la Corfo, situación que sólo fue sostenible hasta 1996, año en que debió cerrar sus puertas para siempre. El 2008 fue reconocido como Monumento Histórico Nacional.
Bibliografía