Entre el martes 26 y el domingo 31 se realizó en el puesto San Agustín el retiro de Promesadas Estables de la Decanía San Benito. Diez promesadas, acompañadas por Francisco Polanco, oblata del Movimiento y María José Ortúzar, novicia, tuvieron días en que se renovaron en la fe y se fortalecieron como comunidad, viviendo de una manera sencilla, con oración y trabajo en el monasterio de San José.
Ana María Costa: Gracias San José por la acogida en este Monasterio, atesoro cada momento vivido en este paraíso. Me emociona la alegría que uno ve en toda la gente que vive esta experiencia. Compartimos preciosos momentos con nuestras hermanas promesadas. “Por eso voy a seducirla, llevarla al desierto y le hablaré al corazón” (Os 2,16).
Verónica Vargas: “Vuelvo llena de Él y preparada para poner todas mis debilidades y pecado, que pude ver con nitidez, a los pies de la cruz y El que todo lo puede me haga renacer sana y limpia y llena de energía para salir a la plaza del mercado y darlo a conocer”.
Isabel Pinto: “Me brota un tremendo agradecimiento: gracias Señor por esta naturaleza que envuelve y se hace una con nuestro espíritu, demostrándonos que Tu creación está en perfecta armonía con todo nuestro ser. Gracias por esta comunidad que vivimos en servicio, alegría, oración y trabajo comunitario, demostrándonos que cuando Tú estás presente todo está bien. Llenándonos de fuerza y determinación de seguir buscándote en nuestra vida diaria, sabiendo que mientras más cerca estemos de nuestro claustro interior, más Te escucharemos, y así más real y entregada a ti será nuestra vida”.
Ximena González: ” Dios se me manifestó especialmente en esta comunidad, escuchando sus vidas, compartiendo en todo. Tenemos una gran misión que es llevar San José desde nuestro “desierto”, a nuestra “plaza de mercado”, de llevar al Dios Padre que tenemos en nuestro claustro interior, al claustro exterior y compartir esta maravillosa noticia con todos los que nos rodean, nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos”.
Patricia Chacaltana: “Para experimentar el amor infinito de Dios, en un paisaje majestuoso, rodeada de personas felices que nos acogieron. Un regalo del Padre que me hizo sentir hija en el desierto, y me invita a beber de un manantial inagotable: su Palabra. “Yo daré a vuestra tierra la lluvia a su tiempo, …tu cosecharás tu trigo, tu mosto y tu aceite” (Dt 11, 14), qué más puedo decir”.
Carolina Herrera: “Hace unos días el lema me sonaba a cita y hoy se me hace vida! En unos días fue suficiente para que, al alejarme de lo habitual, viviera en comunidad, oración y trabajo, lo que me ayudó a entrar en mí, mirarme con los ojos de un Padre que me soñó, me creó y me ama”.
María José del Campo: “Bendice alma mía al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios” (Sal.103,2). Después de lo vivido me surge casi espontáneamente una oración de plenitud, de agradecimiento, de alabanza, de confianza y de gozo, que se suma a la experiencia de vida comunitaria en la casa San Agustín. Señor, que no me olvide nunca de decirte gracias y de bendecirte por todos tus beneficios.”