En la Hospedería se comenzó con las experiencias comunitarias y fue el Colegio San Benito que dio el inicio con tres alumnas de III Medio.
Amelia Santa Cruz comparte su experiencia: “Honestamente, al principio estaba muy nerviosa, ya que era mi primera vez siendo voluntaria y no sabía muy bien cómo funcionaba todo ni tampoco cómo acercarme a las mujeres que alojaban allí. Me preguntaba ¿Cómo podría generar un impacto en su vida cuando ya han vivido tantas cosas? y me preocupaba no saber qué decir o cómo actuar.
Sin embargo, desde el instante que llegué todos los nervios se me fueron, nos recibieron con mucha disposición y muy abiertas para contarnos sus propias historias y luchas, donde cada una de éstas era una historia de resiliencia y esperanza. Ahí me di cuenta que este lugar es un espacio de conexión y calidez. Me sorprendió mucho la actitud de todas, ya que a pesar de todos los desafíos que habían enfrentado seguían luchando para salir adelante, llenándome de admiración y haciéndome reflexionar de lo que realmente es ser fuerte. Su capacidad de levantarse después de cada caída me enseñó que la fuerza no es solamente la falta de debilidad, sino la decisión de seguir luchando pese a los obstáculos.
Uno de los momentos que más me impactó fue en la lectio, escuchar el eco de todas y poder ver la lectura desde distintas perspectivas, y también ver la manera en que veían la vida. También cuando llegaba la parte de pedir o dar gracias, era impactante como casi ninguna de ellas pedían por sí misma, sino que daban las gracias por tener un día más de vida y por las cosas que tenían.
Está experiencia me sirvió como un llamado de atención que cambió mi perspectiva y forma de ver la vida, porque al salir de mi comodidad me di cuenta de las distintas realidades que viven las personas y que la empatía es esencial para poder lograr un cambio. Me recordó sobre la importancia de la gratitud y el valor de la vida. Estoy muy agradecida de haber tenido está oportunidad y de haber podido formar parte en la vida de estas grandiosas mujeres y de haber podido escucharlas y ser testigo de sus logros. Esto me hizo darme cuenta que no sólo había ido a ayudar, sino que también pude recibir algo más valioso de lo que había dado, la gratitud y felicidad de otra persona”.