El pasado viernes 28 de marzo, José Miguel Navarro, Monato, partió a la Casa del Padre. Oblato de la Comunidad de Manquehue, desempeñó diferentes cargos, entre ellos rector de los colegios San Benito y San Lorenzo, Director de Secundaria del Colegio San Anselmo y, desde 2023, parte de la comunidad de San José. Recordamos su inmenso testimonio de amor a Dios y tutoría, y su preocupación por las personas, especialmente los jóvenes.
Su pascua se produjo inesperadamente, mientras participaba en un campamento junto a otros oblatos y un grupo de jóvenes que participaban en la experiencia de diez días en San José.
Durante la espera a que llegara a Santiago para el funeral, las distintas comunidades manquehuinas se unieron en la oración, junto a sus familiares. El viernes 28, Hora Intermedia en las distintas comunidades escolares, luego Vísperas en el Colegio San Benito. El día sábado 29 se unieron las diferentes comunidades en el Colegio San Anselmo para rezar Hora Intermedia, Vísperas en el Colegio San Lorenzo y, finalmente, a su llegada a Santiago, la oración de Completas en el Colegio San Benito. A estas instancias de oración se unieron, con cariño, muchos de quienes fueron acompañados y tutoreados por Monato en su paso por las distintas comunidades manquehuinas, y muchos miembros de su familia.
El domingo 30, Cuarto de Cuaresma, bajo una lluvia torrencial, en el patio del Colegio San Benito se realizó la misa de funeral, presidida por el abad presidente de la congregación benedictina del Cono Sur, a su vez abad emérito del monasterio de la Santísima Trinidad de Las Condes, Benito Rodríguez OSB.
José Manuel Eguiguren, Fundador y Responsable emérito del Movimiento, dirigió unas palabras, de las que compartimos algunos extractos: “Nosotros vamos a celebrar en pocos días más la Pascua del Señor. Pero en esa Pascua estamos todos inscritos. La Pascua del Señor es el vencimiento de la muerte. Es la resurrección. No es un decir, es una realidad. Nuestros cuerpos físicos se deterioran, se mueren y se acaban. Pero la persona, el alma, sigue. Y lo central de la vocación que hemos visto en José Miguel fue ser tutor. ¿Y qué significa ser tutor? Significa, centralmente, perder el tiempo, perder la vida, perder todos los estatus de las cosas, con un puro fin: entregar el amor. ¿Y qué es el amor? ¿Es el amor, José Miguel? No, el amor es el que nos viene de Dios. Dios es amor, y quien permanece en el amor, permanece en Dios. Y, por lo tanto, a través de tantos años y situaciones, lo hemos visto en las más impresionantes situaciones de discusión, de fraternidad, de entretenimiento, en donde siempre se desvió por el amor”.
“Y ese amor es el que tenemos que repartir, que no va con condiciones, va con libertad, va con la verdad, no va con ninguna otra cosa que saber perder, pero un perder en la plenitud, porque yo puedo decir que José Miguel fue tremendamente pleno, no es que no tuviera problemas, no es que no tuviera defectos, no, no, no. Lo principal es que uno tiene que saber, como lo hemos aprendido de él, con discusiones, con situaciones, que el amor triunfa. Ese amor es lo que ha aparecido en estos días. Pensar por un minuto que esto es una tragedia, no, es la Pascua con Jesucristo. Jesucristo cuando estaba en la sepultura, muerto, fue al lugar de los muertos y los rescató, como dice el día sábado santo, los libró, los trae a todos para ser uno con Él”.
“Y hoy, más que nunca, en esta situación, entreguémonos al amor invisible, que nos inunde a todos, y que nos dé una vida, más bien, que nos haga descubrir la Vida que realmente tenemos por encima de todas las situaciones limitantes que aparecen en nosotros”.
“Éste es el amor. Hoy día celebramos la inmortalidad sacada a la luz, y eso no es solamente el recuerdo de José Miguel, sino que de miles de personas que saben que un encuentro da vida eternamente, por lo que ese encuentro constituye”.
Al iniciar la Eucaristía, el abad Benito destacó: “El Cuarto domingo de Cuaresma, domingo del Laetare, de la Alegría, es un anticipo ya de la celebración Pascual. Y por eso, justamente hoy día, provindencialmente, celebrar esta despedida de José Miguel es verdaderamente un anticipo de la Pascua”.
Algunos extractos de su Homilía: de la primera lectura, “el pueblo de Israel, después de su larga travesía de cuarenta años por el desierto, lo vemos celebrando su primera Pascua en la tierra prometida. El pueblo alimentándose ahora de los frutos de la Tierra, ya no por el Maná que los había alimentado por cuarenta años, que era símbolo de la Eucaristía y de la Palabra de Dios, así podemos imaginar en este momento a José Miguel celebrando al fin ésta, su primera Pascua, en esa tierra prometida y deseada, junto a Jesús y proclamando con el salmista lo que acabamos de escuchar: gustad y ved qué bueno es el Señor, bendigo al Señor en todo momento, proclamad conmigo la grandeza del Señor”.
“Pero yo como yo no conocí a José Miguel, me tomé la libertad de contactar a un amigo y le pedí que me describiera a José Miguel. Y esto es lo que me contestó: su alegría era proverbial, celestial, así como era su carisma con los niños y adolescentes, su amor por la Sagrada Escritura y la lectio era contagiosa”… “Su obediencia fue un testimonio muy fuerte de su vocación… Su fidelidad a la vocación de oblato cenobita impresionaba, sus grandes pasiones fueron las tutorías, los grupos de lectio, los Scouts y las misiones”. Concluye, “la marca registrada de José Miguel era la alegría, su apostolicidad y la felicidad por ser oblato”.
“Y precisamente”, continuó el abad Benito, “son los momentos de Cruz que habrán enriquecido y habrán hecho mucho más profunda y verdadera esa alegría suya, que todos mencionan como característica.
No era una alegría superficial, no era sólo una sonrisa puesta, sino que es a través de la prueba como la verdadera alegría va echando raíces en el corazón”.
“Y finalmente, quizá lo más hermoso de la historia y de la vida y del Misterio de nuestro querido José Miguel, Monato, sería lo último, que es impresionante: estando en el sur, en ese paraíso que es San José en la Patagonia, haciendo campamento con un grupo de jóvenes, estudiantes, con algunos oblatos, compartiendo hasta altas horas de la noche de lo humano y de lo divino… bajo un cielo, imagínense la Patagonia en la noche estrellada… parece que no hacía mucho frío, y cuando ya cuando todos se habían ido a dormir, aún las brasas del fogón no se habían apagado del todo, entonces, muy silenciosamente… José Miguel, levantándose, partió hacia su Padre, y cuando todavía estaba lejos su Padre, lo vio y se conmovió, y echando a correr se le echó al cuello y se puso a besarlo. Así fue, lo mejor de la historia de José Miguel”.
En el Cementerio General, algunos de sus ‘tutoreados’, familiares y oblatos compartieron sobre lo que había sido José Miguel en sus vidas.
Compartimos algunas de las palabras que expresó Alejandro Greene (B00), promesado y rector del Colegio San Anselmo: “En los 15 años que trabajamos juntos, nunca me dejó de impresionar tu conocimiento de las personas, al detalle: sabías algo especial de cada uno de tus tutoreados: ya sea su relación con su abuelo, el cumpleaños, el equipo de fútbol, sus penas o algún chiste en común. Supiste, por pura gracia de Dios, sacar del anonimato a tantos, que se sintieron cercanos a ti, como tus discípulos amados. Tu corazón, grande, que se emocionaba por las situaciones que vivían los demás, iba absorbiendo cada vez más y llenándose del Amor de Dios y del prójimo. Corporalmente, era un corazón que necesitaba que le marcaran el paso. Espiritualmente, fuiste asumiendo cada vez más el Sagrado Corazón de Jesús, tan presente en los inicios y origen del Movimiento”. ”Emociona ver la cantidad de alumnos, exalumnos y educadores a los cuales marcaste. Desde grupos de confirmación, tu rol como Director de Secundaria, profesor jefe o las comunidades de las cuales fuiste jefe. En todo esto, imprimiste tu sello de tutor, desde la alegría, la talla, hasta el conocimiento de los jóvenes y compartir una palabra. Siempre preocupado por los más débiles o los casos difíciles. Los hacías tuyos, lo que muchas veces te llevó a tener encontrones con apoderados u otros educadores”. “Fuiste el primero en partir de tus hermanos, biológicos y espirituales. Hoy tu misión se renueva con mucha más fuerza, y te pido que nos ayudes a abrir nuestros ojos y avanzar en fe en este nuevo camino. Gracias por haberme acogido, gracias por todo lo que le entregaste al San Anselmo. Tu partida, en esta celebración de los 30 años, no dejará a ninguno indiferente, sino que nos llena de esperanza, que no falla, porque el Amor de Dios, ciertamente, fue derramado en tu corazón, y compartido entre todos nosotros, dejando una huella que no se borrará en la historia del Colegio. No te voy a decir que descanses en paz, porque necesitamos que sigas trabajando con nosotros”.
Moisés Chaparro compuso unas décimas que compartió en el funeral.
Cuarteta:
Monato trigo maduro
De la amistad un señor,
Nadie tiene más amor
Que el amigo noble y puro.
Glosa:
Monato más que un hermano
Más que un abrazo sincero,
Fuiste como el Carpintero
Más que un apretón de mano.
Más que un consejo de anciano
Más que un velamen seguro,
Calmo, manso y sin apuro
Frondoso como un gran río,
Has sido en el sembradío
Monato trigo maduro.
De la educación, el norte,
Del respeto la bandera,
De la alegría sincera
El verdadero soporte.
El camino hacia la corte
Donde Dios es el tutor,
Más te dirá el Creador
Yo quiero aprender Monato,
A ser como tú un oblato
De la amistad un señor.
Más que una frontera abierta
Más que lluvia torrencial,
En tu vida terrenal
Sin llave fuiste la puerta.
Tu voz se queda despierta
Para decir que hay valor,
Para amar fuiste el mejor
Y en tu barca timonel,
Como tú José Miguel
Nadie tiene más amor.
La amistad te desbordaba
Se veía en tu nobleza,
Salía por tu franqueza
De tu alma al cielo llegaba.
Porque no pusiste aldaba
A tu verbo de futuro,
Tu amistad derribó el muro
Del egoísmo brutal,
Y por Cristo eres igual
Que el amigo noble y puro.
Despedida:
Al fin sabemos que el cielo
Te recibirá gozoso,
Que hasta Dios está orgulloso
De recibir tu alto vuelo.
Porque eres como el gemelo
Del Cristo que en Dios está,
Y ya que tu alma estará
En la celestial mansión,
Llévale de corazón
Saludos a mi papá.