El día 26 de diciembre, dos oblatos, José Antonio Navarro y Anthony Dore, y cuatro jóvenes, Javier Di Pede (A23), Renato Madrid (L23), Nicolás Matamala (A20) y Cristóbal Matamala (A22), viajaron a Portsmouth Abbey, en Estados Unidos. Esta comunidad vivió dos meses colmados del amor de Dios, poniendo al Señor en el centro y, desde ahí, cultivando la amistad y compartiendo la alegría del Evangelio con cada persona con la que se encontraron, ya fuera monje, alumno, profesor, conocido, desconocido o amigo.
Nicolás nos cuenta: “Mi experiencia en Portsmouth fue un tiempo para poder estar con el Señor, encontrándolo en la oración, lectio y vida comunitaria. Desde el primer día le dimos un espacio de mucho respeto e importancia a la Liturgia de las Horas y la lectio. Cada uno pudo ir descubriendo lo que el Señor le iba diciendo a través de las lecturas del Oficio de Lectura, Salmos y el Evangelio. Y a partir de esa constancia, y la gracia de poder participar en la misa diariamente, fue surgiendo entre nosotros un sentido de amistad y propósito en la misión muy fuerte. Para mí fue un gran regalo sentir que el Señor me invitaba en cada hora del Oficio a ir a estar con Él, y también el sentir la necesidad de ir a buscarlo repetidamente en el día. Esto mismo hizo que nuestra alegría por poder compartir la lectio en el colegio y querer establecer relaciones de Tutoría con los alumnos, se diera de manera natural y auténtica. Sabíamos que el Señor era el que iba actuar, y nosotros a través de la oración buscábamos ir alineándonos con lo que el Espíritu nos iba presentando.
Fui profundamente feliz en la misión en Portsmouth, como también sé que lo fue el resto del grupo. Pusimos al Señor en el centro, juntos los seis, y a partir de ahí vivimos el amor fraterno que buscamos compartir con la gente que se nos cruzó durante estos dos meses.
Con el versículo que me quedé es: “Replicó Jesús: Deja que los muertos entierren a sus muertos. Tú vete a anunciar el Reino de Dios” (Lc 9, 60).