El 18 de septiembre monseñor Fernando Chomali presidió su primer Te Deum Ecuménico como arzobispo de Santiago. Contó con la presencia del Presidente de la República, Gabriel Boric y las más altas autoridades de Gobierno. Como es tradicional participaron los obispos Esteban Alfaro, de la Iglesia Luterana de Chile, que leyó la primera lectura; Eduardo Cid, pastor de la Iglesia Wesleyana, quien leyó el salmo y el arzobispo ortodoxo del Patriarcado de Antioquia, monseñor Sergio Abad, quien proclamó el Evangelio.
Monseñor Fernando Chomali abordó distintos temas contingentes y de relevancia para la sociedad. “Lo primero que me surge como chileno en este día es una mirada agradecida de todo cuanto Dios nos ha regalado y de poder transmitir esperanza en el futuro. Sí, dar gracias por toda la hermosa naturaleza y por los recursos naturales de los que nos ha dotado, pero sobre todo gracias por cada uno de los habitantes de esta tierra. Y también esperanza, sí, esperanza al conocer historias de rostros concretos que conmueven”.
Esta mirada agradecida, prosiguió, “nos permite, incluso en medio de la oscuridad, descubrir que siempre hay un rayo de luz, que proviene de Jesús, nuestra esperanza, otorgándonos la capacidad de poder iluminar el futuro con amor y sabiduría y esperanza”.
Chile, expresó, “no se caerá a pedazos, como algunos pueden creer o vaticinar. Frente a la adversidad brota en el pueblo de Chile un corazón agradecido por esta patria maravillosa donde habitan casi 18 millones de compatriotas junto a un buen número de extranjeros que la enriquecen, de quienes también estamos agradecidos y para los que esperamos reconocimiento a pleno título”.
Detalló que hay dolores en Chile que atentan contra la dignidad humana, enfocando su mensaje de preocupación por los jóvenes, el trabajo, la seguridad y la corrupción, invitó y exhortó “a que se piense en la posibilidad de un gran acuerdo nacional donde todos quienes tenemos responsabilidades en el país -públicas y privadas- nos escuchemos y dialoguemos. La seguridad no es un tema meramente político, sino que es también ético, anterior a cualquier otro asunto. No puede ser una moneda de cambio para ser negociada por una ley u otra concesión. No hay desarrollo posible, ni una auténtica democracia en un país violento y con gérmenes de corrupción”.
“Es la hora de los valientes” apuntó, “y el primer acto de valentía es dialogar, sobreponer el interés de la comunidad por sobre el personal, el partisano o el ideológico y actuar en consecuencia”.
Frente a las elecciones de octubre exhortó: “que la pasión que legítimamente genera una campaña electoral no empañe la paz, no empañe el lenguaje, no empañe la democracia y la sana convivencia. Les pido que conviertan estas elecciones en una gran fiesta de la democracia, del valor del ser humano, de la capacidad de reconocer lo positivo que hay en el otro y la hidalguía para admitir la derrota y la humildad para enfrentar el triunfo”.
Monseñor Chomalí concluyó su homilía encomendando “al Señor y a la intercesión de Nuestra Señora del Carmen para que nos regale el don de la unidad y podamos gritar todos juntos a una sola voz ¡Viva Chile!”