Noviembre 17, 2025 Patagonia

San José

SER TESTIGOS QUE DIOS ESTÁ PRESENTE EN NUESTRAS VIDAS

Entre el martes 4 y el lunes 10 de noviembre se llevó a cabo una experiencia de adultas de la Comunidad Manquehuina de San Benito en San Agustín. Acompañadas por Magdalena Salazar, oblata, Bernardita Crespo (B00) y Pacita Vergara (B10). Fue una oportunidad en que tuvieron un espacio de profundo encuentro con Cristo a través de su Palabra en la lectio divina, en oración personal, en la Liturgia de las Horas, en la naturaleza y en la vida comunitaria según la Regla de San Benito.

María Paz Varas comparte: “Es difícil explicar en palabras lo que se vive en San José: es un regalo. Es una experiencia profunda de oración que nos permite ser testigos que Dios está presente en nuestras vidas y que nos habla a través de su Palabra, de las personas que están a nuestro lado, de los acontecimientos y a través de la naturaleza.

Vivir este retiro me ayudó a comprender de forma real el sentido de la vida en comunidad y del rezo de la Liturgia de las Horas. También me ayudó a conectar con la experiencia vivida por mis hijos y a dimensionar el impacto que tuvo en sus vidas.

Agradezco sinceramente a nuestras tutoras y a la comunidad de oblatos que nos acogieron y guiaron con tanto cariño. Le doy gracias a Dios por haber recibido este regalo y animo a todas las mamás del Colegio a que, si se les presenta la oportunidad de ir, no la dejen pasar. ¡Muchas gracias!”.

Alejandra Apablaza: “Un viaje lleno de gratitud. Una pausa en el ajetreo cotidiano, desconexión tecnológica y un viaje maravilloso a la Patagonia para ir al reencuentro de Dios, entre un grupo de mujeres que me guiaron en la ruta de fortalecer mi conexión con lo divino. Descubrir de cerca la vida monástica, la introspección y el silencio, permitieron que la voz de Dios resonara con más claridad. Sostenida y acompañada de grandes mujeres, me conecté a través del trabajo cotidiano, la lectio, la Liturgia de las Horas y pude enamorarme nuevamente de la Palabra de Dios. Nos recordamos a nosotras mismas como hijas amadas, capaces de irradiar esa luz en nuestros hogares y en el mundo. Regreso a casa con la certeza de que, a pesar de los desafíos, siempre hay un camino de esperanza y su amor nos sostiene siempre. ¡Gracias San José de Mallín Grande por la acogida!”.

 

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