Don Félix Cruces y doña Rosa Santana: “De esos años me acuerdo cuando trabajábamos en San José, a mí me tocó ser el primero que vivió en la Casa San Bonifacio y cuando estaban haciendo el huerto en la entrada del Monasterio, los jóvenes, en lugar de comer galletas para el descanso, iban a mi casa a comer las tortitas que hacía mi señora, Rosa”.
Fernando Solar: “Cuando llegaron venían todo el tiempo. Venían a ver el mundial y los partidos de fútbol. Aquí hacían hora, venían y conversábamos… Los que llegaron primero fueron “quijotescos”. No tenían nada. Se fueron incorporando a la comunidad, aprendiendo”.
Sandra (Eca Guadal): “Les decían los “Manquehuitos”. Al principio iban a comprar donde la señora Chela y después los conocimos más por los buses y las compras acá. Siempre hemos tenido muy buenas relaciones, nos ayudamos, nos hacemos favores”.
Claudio Soto: “A él -José Antonio- le enseñé harto sobre vehículos y otras cosas. Por ejemplo, él me preguntaba cómo o con quién tenía que contactarse para diferentes cosas”.
Yasser Saig: “Me acuerdo de que los que vivían en San José participaban mucho de la comunidad de Guadal”.
Eduardo Christensen: “Siempre que iba a San José fui recibido con gran alegría y calidez; Cristián siempre me decía “es Cristo quien nos visita”. iempre me acogieron, me escucharon con atención y me alimentaron el estómago y sobre todo el alma. Con ellos compartí momentos de alegría y de dolor, de fatiga y desolación. Siempre recibí compañía, consuelo, esperanza y sobre todo dos grandes regalos: “la lectio divina” y “la amistad espiritual”.
Extractos de entrevistas publicadas en el Boletín San José N° 12 y 13.