El sábado 16 de marzo con el lema: “Me levantaré, iré a mi Padre y le diré…” (Lc 15, 18a), se realizó en el colegio san Anselmo, la jornada para quienes están a cargo de las comunidades de adultos, de las tres decanías. Por medio de lo que plantearon los expositores, Manuel José Echenique y Mario Canales, se fue reconociendo la acción de Dios en cada día y en cada actividad, y no en el futuro lejano si no, en el hoy. Comparten su testimonio: Arturo Nuñez Lobos (L14): “Me sentí muy acogido y sorprendido, me llegó mucho el lema, el hijo pródigo, donde mi padre me recibe, perdona, abraza y hace una fiesta para celebrar. Yo soy ese hijo a quien mi padre me recibe con los brazos abiertos. Su palabra es el alimento, pero muchas veces me cuesta y me conformo con “comida chatarra” y me pierdo el festín que me tiene preparado”. Magdalena Besa (B95) Promesada DSB: “Volví a sentir su gran amor de Padre, que está, que me conoce y que me ama. Instancia de profunda oración, un abandonarse en las manos de Dios para dejar que siga haciendo maravillas en mi vida. Me llenó de energía para seguir con la gran misión que tenemos como encargados de grupos de lectio; ir y anunciar la buena noticia que el reino de Dios ya está entre nosotros. “Y la esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado” (Rm 5, 5). Jorge Uribe (B90) Promesado DSA: “Esta manifestación diaria de Dios la vi en el trabajo de grupos en que tuvimos que escrutar a partir de la parábola del hijo pródigo (Lc 15, 11-32), una lectura bastante típica y que pensé que me iba provocar aburrimiento revisar nuevamente, pero que para mi sorpresa, me entregó un mensaje directo para el “yo de este marzo de 2019″, un mensaje que no me había llegado en ninguna de las decenas de veces que había pasado por ese pasaje. Luego Mario Canales nos recordó la importancia de Mirar y Entrar en la Palabra de Dios. No solamente contemplar su obra y todas las maravillas sino que pasar a la acción, porque Entrar implica ser activo en el encuentro del Señor, requiere mi voluntad y movilizarme a mí y a los que están cerca. Ahora me toca movilizar a mi comunidad para que el Señor entre en cada uno de ellos a lo largo del año y ser un facilitador para que la Buena Noticia les llege cada día y en cada hora”.