Retomando una tradición que se había interrumpido por la pandemia, el martes 16 de julio, día de la Virgen del Carmen, Reina y Madre de Chile, el Movimiento participó en la ‘Carpa de la Lectio’ en el Templo Votivo de Maipú. Esta vez sin carpa, miembros del Movimiento estuvieron durante la jornada entregando un espacio de lectio, oración y escucha a muchos de los peregrinos que visitaron el templo. Comparten la experiencia:
Mariano Valdés, Comunidad San Carlos Borromeo de San Benito: “Desde antes de la pandemia que no participaba en esta actividad que tan buenos y emocionantes recuerdos me traían desde su inicio junto al Templo Antiguo. Y no fue una excepción: los grupos familiares que participaron activamente con sus ecos en nuestra mesa pudieron abrir su corazón, dando muestras de su fe viva en que el Espíritu de Dios está obrando activamente en sus vidas, y una manera concreta de testimoniarlo fue dejar muchas ocupaciones para peregrinar junto a nuestra Señora del Carmen esa tarde en Maipú”.
Sisi Verónica Severino, Comunidad Santa Gema de San Lorenzo: “Ayer en Maipú me reencontré con Dios, con mi fe, con mis ganas de compartir lo que un día mi papá me enseñó. También me di cuenta de la necesidad que tiene la gente de ser escuchada, en especial los adultos mayores. Al escuchar al otro, mis problemas los olvidé y agradecí por lo que tengo, por la salud, por mí trabajo, por tener un lugar donde vivir. Y lo más importante, el saberme amada por nuestro Padre celestial. Fue un reencuentro y un recordatorio de que: “quién conoce a Dios desde pequeño, nunca se olvida de Él cuando grande”. De reafirmar mi fe y de compartir esta buena noticia. Dios nos ama por sobre todas las cosas”.
Soledad Grossetete, Comunidad Santa Faustina de San Anselmo: “Honestamente tenía mucha lata de partir un martes feriado al Templo Votivo de Maipú para la Celebración de la Virgen del Carmen, pero después de haber vivido y sentido el ambiente que había ahí, quedé gratamente sorprendida, con una sensación de plenitud y alegría. Había mucha gente, carretas con caballos, algunos vestidos con trajes típicos, mucho color y filas para confesarse o recibir la bendición de los padres que se paseaban por el lugar. Nosotros íbamos para contarle a la gente qué es la lectio divina, las encargadas pusieron mesitas preparadas para recibir a quienes quisieran participar. Me tocó conversar con un señor que iba todas las semanas a visitar a la Virgen, vivía muy lejos, tenía que hacer tres transbordos para llegar. Me sorprendió su perseverancia y su gran fe, y pensaba, avergonzada, en mí y en lo que me cuesta salir de mi comodidad. Fue una experiencia increíble, muy bonita, llena de fervor y entusiasmo, que me dejó el corazón lleno de paz y amor”.