Acompañadas por tres tutoras, diez alumnas del CSA vivieron el retiro bajo este lema. Una experiencia fuerte del amor de Dios, de conocerlo y descubrir quién y cómo es para cada una de ellas. La lectio permitió ir conociendo los atributos de Dios, al mismo tiempo que las espiritualidades permitieron ahondar en temas como la vocación del cristiano, la historia del MAM, el carisma benedictino y la amistad espiritual. Tuvieron además un espacio de silencio, valorándolo y profundizando en la oración personal. El trabajo en el campo les permitió tener mucho contacto con los miembros de la decanía estable de San José. Esperanza Van de Wyngard (IV°): “En este desierto de San José me encontré con un Dios Padre vivo en cada una de nosotras. Fue una experiencia increíble en la que formé amistades especiales y vi la imagen viva del amor de Dios. Florencia Parada (IV°): “Conocí a un Dios nuevo, uno de reconstrucción y expansión, que se manifestó tanto en mi interior como en el exterior, en un lugar lleno de paz en sus paisajes y con su gente que irradiaba felicidad. Ir a la Patagonia fue una experiencia única, con un impacto sin vuelta atrás”.
Vivieron días intensos de vida comunitaria organizada según la Regla de San Benito. Trabajo, lectio divina y la oración de la liturgia de las horas. Juan Pablo Aller (A12), uno de los tutores a cargo, nos contó: “En la experiencia, los alumnos valoraron mucho la acogida de la comunidad estable que se encuentra en San José y la felicidad que irradiaban. El trabajo conlos de San Beda los ayudó a ver una Iglesia muy viva que refleja ser un signo muy fiel de la comunión con Cristo. Por otro lado, descubrieron una necesidad muy fuerte de ir en busca de espacios de silencio en los que puedan abandonarse a la voluntad de Dios y reconocer la acción cotidiana del Espíritu en sus vidas”.
Fuente: http://www.manquehue.org/patagonia/