Las Vísperas Generales del 6 de octubre estuvieron centradas en el Mes de la Familia, tiempo en que nuestra Iglesia Católica nos invita a fortalecer los lazos familiares a través de la oración y el encuentro.
En la Comunidad de San Benito, Mariano Valdés, promesado, compartió: “El seno de la familia es un lugar único de encuentro y perdón; el amor es el vehículo que hace posible el perdón, porque el amor está por sobre la ofensa. Es tan difícil a veces pedir perdón como perdonar, para mí el primero de todos. ¡Hay tantas sensibilidades dando vueltas! La familia es un cruce de caminos, de rutas individuales donde se hace posible cultivar la humildad y dominar el orgullo. No hay que creer que la batalla está ganada: los egos siempre están y estarán presentes. Como escribe san Benito: “se anticipen a honrarse unos a otros”. Terminó animando a los más jóvenes: “a que en los tiempos que corren, de planificación y rentabilidad social, queremos alentarlos con mucha fuerza a pensar en la futura familia, con la esperanza puesta en que el Señor que velará por ella y en la confianza de que no están solos en este empeño: estarán apoyados en todo momento de necesidad por la comunidad de Manquehue que viene por muchos años practicando la sabiduría de Benito, nuestro santo patrono”.
En la Comunidad de San Lorenzo, en esta ocasión asistieron las familias de los estudiantes que harán la Primera Comunión. Se les hizo entrega de la imagen de la Sagrada Familia, la que fue bendecida por el capellán, el padre Juan Carlos Veas. Durante la celebración, rezaron la Oración de la Familia y se dio inicio al mes dedicado a ella. Al finalizar, compartieron un ágape con toda la comunidad.
Patrick Blumer nos cuenta: “Reflexionamos sobre el modelo de la Sagrada Familia, que tuvo que pasar muchas experiencias de incomprensión, incertidumbre, cambios de planes: así fue la realidad en que Jesús fue criado. Es fácil mirar la imagen de la Sagrada Familia como un ideal inalcanzable, pero tal vez si nos ponemos en su lugar, veremos que nos puede liberar de la presión de presentar al mundo una imagen de perfección. La perfección no está en imitar algún modelo exteriormente pulcro y sin defecto, sino en saber que a veces las cosas se ponen precarias… y poner la esperanza en Dios, como lo hicieron José y María con Jesús, porque Dios es perfecto.
Y a eso podemos agregar que el regalo de tener en el centro de la familia a un hijo o hija que está iniciando su vida eucarística, es un gran regalo, una oportunidad para la renovación de la familia, una inyección de gracia. Este año jubilar tiene el lema “Peregrinos de la Esperanza”: los peregrinos van en camino, aún no han llegado a la meta. ¡Gracias Señor por renovar nuestras fuerzas como familias con la fuerza de tu Vida nueva en el don de la Eucaristía!”
En la Comunidad de San Anselmo, la familia formado por Bernardita Preece y Diego Johnson invitó a que, hoy más que nunca, la familia está llamada a ser refugio y hogar de esperanza: “la Iglesia nos invita a redescubrir la belleza de la familia como un camino de esperanza, un santuario donde la vida se acoge con ternura y el amor se aprende a cada paso. Un lugar donde construimos nuestra identidad, donde aprendemos a amar”… “Así, como san Benito supo levantar comunidades que fueron faros de fe en tiempos oscuros, también nuestras familias están llamadas a ser luz en medio de la sociedad actual, hogares de reconciliación, lugares de perdón y escuelas de esperanza. Y para que seamos realmente faros en la oscuridad, primero debemos detenernos y hacer oración al interior de nuestras familias, para que sea la luz de Cristo la que podamos irradiar”.