“Por eso voy a seducirla; voy a llevarla al desierto y le hablaré al corazón. Yo te desposaré conmigo para siempre; te desposaré conmigo en justicia y en derecho, en amor y en compasión, te desposaré conmigo en fidelidad, y tú conocerás a Yahvé. Y sucederá aquel día que yo responderé -oráculo de Yahvé-, responderé a los cielos, y ellos responderán a la tierra.” (Os 2,16.21-23)
Esta fue la lectura breve que se leyó ayer jueves 7 de junio en las Vísperas de aniversario de la casa Santa Hilda en el auditorio del Colegio San Benito. Cerca de 150 personas llegaron a celebrar el paso de Dios por sus vidas en su experiencia en esta casa: adultas, profesoras, alumnas, ex alumnas, oblatas y novicias alabaron a Dios por lo vivido en San José, buscando actualizar el encuentro que allá tuvieron, conscientes de que en Santiago Dios también les habla, y vive con la misma fuerza en cada una.
Antes de comenzar las Vísperas, se les entregó el testimonio que cada una escribió al termino de su experiencia en San José, y se les invitó a volver a leerlo, como una carta o exhortación para volver a saberse amadas por Dios.
Alejandra Valle, oblata cenobita encargada de la Rama de Mujeres del Movimiento y ex Decana de San José dio la bienvenida y dirigió algunas palabras, de las cuales compartimos un extracto:
“Pero hay un espíritu en el hombre, el soplo de Shaddai, que lo hace inteligente. Los años no dan sabiduría, ni la edad capacidad de discernir. Por eso, os pido que escuchéis” (Job 32, 8-10a)
San José por el lugar, por la perfección de la naturaleza, por la vida sencilla, el ritmo humano, la comunidad, por la amistad, por los espacios de oración y de silencio, por poder parar y contemplar, nos hace experimentar esta inteligencia dada por el espíritu, que viene de una escucha atenta a Dios, especialmente en su Palabra. Desarrolla en nosotros el poder percibir con los sentidos espirituales la presencia tangible de Dios en nosotros.
En Santiago, esta escucha se hace más difícil, pero también esta Dios, también aquí quiere hablarnos y mostrarnos su amor. Ábrete al Espíritu, porque esta sabiduría te enseña a descubrirte amada por Dios, te impulsa a confiar en El;, es la sabiduría que te confirma que nada te puede separar de su amor, de que El te cuida, te guía y te provee; es la sabiduría que te hace reconocer los signos de la Resurrección en medio de la dificultad y la cruz; es la sabiduría que te hace reconocer que tienes Vida Eterna, que te enseña a ver lo bueno en ti y en los demás, en todo lo que te rodea. Es la sabiduría que te enseña a ver a Cristo en el otro y a reconocer al Cristo que hay en ti y que cuando dejo que ese Cristo aparezca en mi vida estoy siendo mujer nueva botando todo lo que me hace ser mujer vieja.
Por eso, hoy quiero invitarlas a vivir esta vida en el Espíritu, aquí en Santiago. Esta vida es desinstaladora, y nos hace vivir la vida vivas, despiertas, porque el Espíritu sopla para ayudarnos a nacer de nuevo y poder ensanchar nuestro corazón y poder volver a ver todo desde el amor de Dios. Esto es lo que, de alguna manera, todas experimentamos en San José, nos abrimos a la vida que nos da el Espíritu, despertamos a la realidad de Dios, y lo que vivimos por 4 meses o por 10 días, lo vivimos con esta claridad. Hoy día las invito a renovarse, desde la realidad que tengan. Mira tu presente, hoy el Señor ha estado grande contigo, quiere encontrarse contigo, quiere renovarte con su Espíritu y por eso estamos alegres.
Luego de la lectura breve, se invitó a compartir en una palabra o versículo lo vivido en San José. Estas fueron algunas de las respuestas:
Amor
Amistad
Hija
Renovación
“¿Quién nos separar del amor de Cristo?” (Rm 8, 35)
Comunidad
Acogida
Misión
“¡Sí, grandes cosas ha hecho el Señor por nosotros y estamos alegres!” (Sal 126,3)
Luz
“Basta ya, sabed que yo soy Dios.” (Sal 46,10)
“Como busca la sierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti Dios mío.” (Sal 41,2)
Nueva creación
“Señor, ¿A quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna.” (Jn 6,68)
Al terminar la oración de Vísperas, todas las presentes pudieron compartir un rico ágape en el comedor del Colegio, donde pudieron encontrarse y continuar celebrando el paso de Dios por sus vidas.