Febrero 27, 2018 Patagonia

EL PROCESO DE LA LANA

La región de Aysén siempre se ha caracterizado por la presencia de grandes rebaños de ovejas, las que han hecho al “cordero al palo” y las prendas de lana elementos típicos de la cultura local. Si bien es cierto que en la actualidad los rebaños son más pequeños y cada vez menos gente se dedica a la tarea ganadera, las ovejas continúan siendo una postal aysenina, y la lana sigue siendo un sostén económico para muchas familias, fuente de tradición, trabajo comunitario y artesanías.

¿Cómo pasamos de la lana en la oveja -sucia y llena de pimpinelas- a un chaleco, una frazada o una manta? Aquí les contamos un poco acerca del proceso:

Llegada la primavera, y una vez que las escarchas y nieves han quedado atrás, se comienza la faena de la esquila, donde los ovejeros juntan sus rebaños en los corrales y van cortando la lana de cada una de sus ovejas y acumulándola en grandes bolsones. Antiguamente, dada a la cantidad de animales, este trabajo reunía a amigos y familiares dispuestos a ayudar con la labor, la que además duraba varias jornadas. Hoy, al ser los rebaños más chicos, la tarea se realiza más rápido y sin necesidad de muchas personas.

Luego viene el lavado, que debe hacerse primero con agua fría y jabón para eliminar la tierra, y luego con agua caliente para remover todos los restos de suciedad y grasa. Una vez lavada, la lana se pone a secar al aire libre.

El siguiente paso es escarmenar, que significa ir abriendo los vellones y ordenando las fibras en una misma dirección. Terminado este proceso comienza el hilado, tarea de mucha destreza y que conlleva una tradición heredada de muchas generaciones. Con las manos, se toma una parte de las fibras previamente escarmenadas y se tuercen hasta formar un cordón tosco, cuyo extremo se amarra a un huso[1]. Esta herramienta gira en el suelo permitiendo torser las fibras de manera más rápida y pareja. El cordón ya hilado se va enrollando en el huso, una vez que está lleno, la lana se saca para formar un ovillo o madeja.

Terminado todo este proceso, la lana está lista para ser usada, a palillo o telar, en la confección de prendas de vestir y abrigo, ya sea en sus tonos naturales o teñida.

 

 

 

[1] Objeto que sirve para hilar fibras textiles. En su forma más simple es un trozo de madera largo y redondeado, que se aguza en sus extremos y que en uno de ellos, normalmente el inferior, lleva una pieza redonda de contrapeso y tope, llamada malacate, nuez, tortera o volante, y, en textos arqueológicos, fusayola (https://es.wikipedia.org/wiki/Huso).

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